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Límites y negociaciones con hijos adolescentes, 1ª parte

Por Patricia Pastor Ciotti , psicóloga clínica y terapeuta familiar.


“El amor y la responsabilidad están ligados. Tu hijo no es tuyo porque lo hayas engendrado,

sino porque lo has criado, lo has cuidado, asumido, lo has esperado”. Jaime Barilko



Los límites son sanos y necesarios, son parte de la educación y formación de nuestros hijos, porque frente al mundo no van a poder ser o hacer todo lo que quieran, cuando quieran o de la manera que quieran. Los límites y las reglas forman parte de cualquier grupo humano, ya que estas permiten la convivencia y el bienestar de sus miembros. Al mismo tiempo los límites actúan como protectores, tanto para uno mismo, como para los demás.



Al hablar de límites y negociaciones entre padres e hijos adolescentes es importante tener en cuenta ciertos aspectos:




  • Respeto mutuo dentro de una relación asimétrica

Para que nuestros hijos adolescentes puedan escucharnos debemos mostrarles respeto hacia lo que piensan u opinan. Eso no significa que tengamos que estar de acuerdo con ellos, sino más bien transmitirles que nos interesa y nos importa conocer lo que piensan, o por qué opinan de cierta forma, y que, aunque no estemos de acuerdo con ellos en algunas situaciones, esa diferencia o discrepancia no significa que no los aceptemos (separar la idea de la persona).

Esto sin perder de vista que es una relación asimétrica, y que, si bien existe respeto y cierto compañerismo, ambos están en posiciones diferentes en la relación. Los padres somos figuras de autoridad. La sociedad de hoy promueve una imagen de eterna juventud entre los adultos que hace que a veces se borren ciertos límites generacionales y se confundan roles. Como madre o padre no podemos olvidar que nuestro deber principal es educar, enseñar lo que está bien y lo que está mal, y esto implica poner límites. Con mi hijo tengo un rol que nadie más en la sociedad puede asumir, me corresponde solo a mí. Podemos ser amigos/as de nuestros hijos? Sí, hasta cierto punto, porque finalmente somos los que marcamos lo que está permitido o no.

  • Poner límites, marcar consecuencias a las acciones realizadas sin humillar jamás

Poner límites no significa que la única voz que debe ser escuchada sea la de los padres, muy por el contrario, es importante que el adolescente pueda tener voz, ser escuchado, pero sabiendo que finalmente hay normas que no serán negociables y que él/ella deberá obedecer. ¿Se enojará el adolescente en ese momento? Probablemente. Pero si ese límite está puesto con respeto, sin humillaciones ni palabras hirientes, a la larga no dejará huellas en nuestro hijo ni en nuestra relación.

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