El autoconocimiento tiene un impacto en el entorno familiar e incluso laboral.
Al estar equilibrados emocionalmente, tendemos a manejar mejor los pequeños problemas de la cotidianidad sin caer en gritos, enojos, y reclamos. Hay un proverbio chino que dice ‘Cuando no hay odio dentro, no hay ningún enemigo fuera’.
Podríamos interpretar esto de la siguiente forma: cuando no hay enojo interno, no hay enojo externo y cuando no hay auto rechazo ni crítica interna, no hay rechazo ni crítica externa.
Lo que hay dentro es lo que proyectamos afuera. La manera en que nos aceptamos, valoramos, y respetamos a nosotros mismos es la manera en que lo haremos con lo demás - especialmente con nuestros propios hijos.
El autoconocimiento hecho con amor nos lleva a aceptarnos. Pero el autoconocimiento exige una exploración un tanto incómoda y hasta un tanto dolorosa. Es una exploración de todas esas cosas que hemos tapado, suprimido y negado. Es la bolsa negra de basura donde desechamos esas cosas que inconscientemente rechazamos por creer que no debemos ser, sentir o querer. Cuando hablamos de autoconocimiento implica abrir la bolsa e ir revisando todo lo escondido allí. Algunos expertos dicen que durante los primeros 30 años de vida vamos cargando esa bolsa y el resto de la vida vaciandola. Por este motivo muchas veces no estamos conscientes de lo que hay dentro nuestro, de cómo ni quiénes realmente somos.
Hay muchas maneras de trabajar el autoconocimiento. Obviamente el primero que recomendamos es la meditación ya que la práctica diaria de la meditación, en espccial la Meditación Cristiana nos lleva a aquietarnos y nos permite mirar hacia adentro sin censura, sin temor, sabiéndonos aceptados y amados así como somos.
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