John Main resume la práctica de esta simple manera, abierta a todas las formas de sabiduría, pero traída directamente de las primeras enseñanzas cristianas: Siéntate. Siéntate en quietud con tu espalda erguida. Cierra suavemente tus ojos. Luego, interiormente, en silencio, comienza a recitar una sola palabra – una palabra-oración o mantra. Recomendamos la antigua palabra-oración ´Maranatha´. Dila en cuatro sílabas de igual énfasis. Respira normalmente y presta plena atención a la palabra a medida que la dices silenciosamente, suavemente, con fe y sobre todo con simplicidad. La esencia de la meditación es la simplicidad. Permanece con la misma palabra durante toda la meditación y día tras día. No visualices, sino escucha la palabra a medida que la dices. Suelta todos los pensamientos (aún los buenos pensamientos), las imágenes, y otras palabras. No luches con tus distracciones sino déjalas irse al decir tu palabra con fe, suavidad y atención, regresando a ella inmediatamente que te des cuenta que has dejado de decirla o cuando tu atención divaga. El silencio significa soltar los pensamientos. La quietud significa soltar el deseo. La simplicidad significa soltar el auto análisis. Medita dos veces, cada día. Puede llevarte algún tiempo desarrollar esta práctica diaria. Sé paciente. Cuando la dejes, vuelve a comenzar. Encontrarás que un grupo semanal de meditación y conectarte con una comunidad pueden ayudarte a desarrollar esta disciplina y permitir que los beneficios y frutos de la meditación impregnen tu mente y cada aspecto de tu vida de maneras que te enseñarán y deleitarán.
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Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana - WCCM Latinoamérica
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