top of page
Foto del escritorMercedes Rey Aguirre

"LA SIMPLICIDAD DE UN NIÑO" por Charles y Patricia Posnett

Actualizado: 23 may 2022



“Cualquier maldito tonto puede hacer algo complejo; se

necesita un genio para hacer algo simple”

- Pete Seeger

La meditación cristiana con niños ofrece un retorno a la inocencia original. No solo nutre

la habilidad de la gente joven para conservar un sentido de lo maravilloso en sus vidas,

sino que alienta a docentes y a padres a hacer lo mismo.

Antes que nosotros, como adultos, somos capaces de incorporarnos a este trabajo,

tenemos mucho que soltar sobre nuestra convicción de tener la clave de todo el

conocimiento y la experiencia humana. No es cuestión de enseñarles nada, sino más bien

de aprender de su propia simplicidad.

Al crecer, nos apartamos en forma creciente de la simplicidad, ya que compramos una

cultura materialista que nos ofrece el poder, el control y la predictibilidad que ansiamos

para nuestras vidas. Como adultos, estamos con frecuencia más preocupados sobre cómo

estamos haciendo que sobre qué estamos haciendo. Es siempre demasiado fácil ser

atrapados en analizar o en tratar de “mejorar” nuestra meditación, más que en

practicarla. Para los niños y las niñas es más directo. Están felices de sentarse juntos en

silencio., soltar sus pensamientos y simplemente disfrutar la experiencia de meditar. Esto

es lo que podemos aprender de los niños. No que la meditación en sí sea fácil – cualquiera

que la haya probado alguna vez puede atestiguarlo. Pero es simple, y no necesitamos leer

muchos libros o tomar un curso universitario para hacerla. Mediante su práctica, los niños

están marcando el camino en nuestras escuelas, mostrando cómo la meditación cristiana

puede cambiar no solo sus propias vidas sino también las vidas de quienes los rodean.

Los niños meditan juntos tan naturalmente como respiran. Disfrutan la simple disciplina

con su simple estructura. Les gusta participar de las actividades familiares asociadas con

cada sesión de meditación: cantar una canción inicial, golpear el gong para indicar el

comienzo y el final del silencio y cantar una bendición para concluir. La simple rutina trae

consigo una paz y calma en un día por el contrario ocupado y ruidoso, y los niños son los

primeros en apreciar la ventaja de tomarse el tiempo. Se ha vuelto claro que muchos

niños valoran instintivamente esta pura “oración del corazón”. Algunos han avanzado,

sugiriendo a sus maestros que podrían beneficiarse con más tiempo dedicado a la

meditación cristiana, mientras otros han estado ansiosos para llevarla a casa para

compartirla con sus padres y hermanos.

Creemos que los niños y las niñas son espíritus libres. Aman el sonido de la risa plena y

sentir la arena bajo sus pies descalzos. Aman el movimiento y los colores vibrantes.

Sienten el impulso de pintar sobre una tela vacía.

Tienen una imaginación sin límites. Comprenden y sienten naturalmente el mundo que los

rodea. Imaginan instintivamente que son todo lo que desean ser.

Por esto, podemos decir con confianza que no es nada difícil la meditación cristiana con

los niños. Ellos la disfrutan y con frecuencia pueden enseñarnos el camino.


MEDITACIÓN Y EDUCACIÓN

El don de la simplicidad

Charles y Patricia Posnett

39 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page