El momento histórico actual de la humanidad puede evocar a un trapecista
que habiendo saltado del trapecio, está suspendido en el aire después de soltar
aquello que le sostenía y sin haber encontrado aún el nuevo asidero que le
permitirá seguir su maravilloso movimiento en el aire.
Es evidente que hemos entrado en un nuevo paradigma de cognición. En
todos los ámbitos y disciplinas se percibe y constata este cambio. Nuestra dificultad
radica en asumir las consecuencias que conlleva este “salto”. Pero, antes de analizar
las consecuencias, hemos de captar la esencia de este profundo cambio. Decir que
hemos entrado en un nuevo paradigma significa que ha cambiado el conjunto de
experiencias, creencias y valores que afectan a la forma en que las personas
percibe la realidad y la manera en que responde a esa percepción. Es muy
importante subrayar que lo que ha cambiado no son las formas externas sino las
experiencias y valores que afectan al modo de percibir la realidad y a la forma de
responder a ella.
Entre nuestros niños y adolescentes, y nosotros, no sólo hay un salto
generacional o diferencia de destrezas y habilidades, sino que el cambio
fundamental está en el modo de comprender la realidad, es decir, que aquello a lo
que dan valor está condicionado por su modo de percibir la realidad. Es este nuevo
modo de percibir es lo que fundamenta la transformación radical que se está
operando. Obviamente, la consecuencia última será que las respuestas a esa
percepción serán radicalmente diferentes.
Pero ¿cómo afrontar estos cambios del S-XXI en el ámbito de la
espiritualidad? El primer paso, reconocer que somos hijos del siglo anterior y, por lo
tanto, necesitamos obligatoriamente un proceso de deconstrucción, de
desaprendizaje. En este cambio obligatorio, la humildad y la sorpresa son dos
ingredientes imprescindibles. Humildad para saber que lo que para mí fue camino
puede que ya no lo sea, y capacidad de sorprendernos ante infinitas novedades que
ya se están dando en el Ser del ser humano. Seamos conscientes que en 20 años se
han dado más cambios que en los últimos dos siglos. El antropólogo e investigador
John White, miembro de la Asociación Antropológica Americana (American
Anthropological Association), que afirma que: “Se está perfilando una nueva
humanidad que se caracteriza por una psicología ya modificada, basada en la
expresión del sentimiento y no en su represión. (…), una lógica multinivel-integrada,
no lineal-secuencial; un sentido de identidad inclusivo-colectivo, no aisladoindividual...”
Este investigador concluye que se está produciendo un gran giro de la
humanidad en su conjunto, lo cual dará lugar a la aparición del Homo Noeticus
(Hombre de Conciencia), que constituye el siguiente escalón en la evolución humana
(después Homo Sapiens).
“TRABAJAR LA ESPIRITUALIDAD
CON LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES”
Josean Manzanos
コメント